Talált 957 Eredmények: muro de Jerusalén
Juntó a todo el pueblo y le habló con tal convencimiento, que cortaron la cabeza a Sebá y se la arrojaron a Joab. Entonces éste hizo sonar la trompeta y se alejó de la ciudad; cada uno se volvió a su casa, y Joab, a Jerusalén, donde estaba el rey. (2 Samuel 20, 22)
Así recorrieron todo el país y regresaron a Jerusalén después de nueve meses y veinte días. (2 Samuel 24, 8)
El ángel de Yavé extendió su mano hacia Jerusalén para exterminarla, pero Yavé se arrepintió del castigo y detuvo al ángel exterminador, diciendo: «Basta por ahora, retira tu mano.» El ángel de Yavé ya estaba junto al campo de Areuna, el jebuseo. (2 Samuel 24, 16)
Reinó cuarenta años en Israel, de los cuales siete pasó en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. (1 Reyes 2, 11)
Salomón mandó llamar a Semeí y le dijo: «Hazte una casa en Jerusalén; ahí te quedarás y no saldrás por ningún motivo. (1 Reyes 2, 36)
Semeí contestó al rey: «Está muy bien lo que tú dices, así lo hará tu siervo, como tú lo mandas.» Semeí se quedó un buen tiempo en Jerusalén. (1 Reyes 2, 38)
Pero se lo avisaron a Salomón: «Semeí ha ido de Jerusalén a Gat y ha vuelto.» (1 Reyes 2, 41)
Salomón emparentó con Faraón, rey de Egipto. Tomó a su hija por esposa y la instaló en la Ciudad de David hasta que terminara de construir su casa, la Casa de Yavé y la muralla en torno a Jerusalén. (1 Reyes 3, 1)
Al despertar Salomón, se dio cuenta de que era un sueño. Volvió entonces a Jerusalén y se puso delante del Arca de la Alianza del Señor. Ofreció víctimas consumidas por el fuego y también sacrificios de comunión, dando un banquete a todos sus servidores. (1 Reyes 3, 15)
Edificó, junto al muro de la Casa, una galería en torno al Santuario y al Lugar Santísimo,e hizo habitaciones laterales alrededor. (1 Reyes 6, 5)
Salomón congregó en Jerusalén a todos los jefes de Israel, a los jefes de sus tribus y a los príncipes de sus familias, para subir el Arca de la Alianza de Yavé desde la ciudad de David llamada Sión. (1 Reyes 8, 1)
Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo, Israel, no había elegido ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel, para edificar una casa en la que esté mi Nombre. Hoy, sin embargo, he elegido a Jerusalén para que esté ahí mi Nombre, lo mismo que he elegido a David para que esté al frente de mi pueblo. (1 Reyes 8, 16)