Talált 40 Eredmények: plaga de ranas

  • El rey fue víctima de una plaga de Yavé, pues enfermó de lepra, y quedó leproso hasta el día de su muerte. Vivió en una casa aislada, mientras Jotam, su hijo, estaba al frente de la casa del rey y administraba justicia al reino. (2 Reyes 15, 5)

  • Y David dijo a Yavé: «Yo fui quien ordenó hacer el censo del pueblo. Yo fui quien pequé; yo cometí el mal; pero estas ovejas ¿qué culpa tienen? Oh Yavé, Dios mío, caiga tu mano sobre mí, y sobre la familia de mi padre, pero que no haya plaga en tu pueblo.» (1 Crónicas 21, 17)

  • David dijo a Ornán: «Dame el sitio de esta era para erigir en él un altar a Yavé; dámelo por su justo valor en plata, para que la plaga se retire del pueblo.» (1 Crónicas 21, 22)

  • Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón, plaga en los árboles frutales, langostas, o pulgón, cuando su enemigo lo tenga bloqueado en una de sus ciudades, en todo azote y toda enfermedad; (2 Crónicas 6, 28)

  • si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones y súplicas, y reconociendo su plaga y su dolor, tiende sus manos hacia esta Casa, (2 Crónicas 6, 29)

  • Luego vinieron mosquitos que se los comían y ranas que les hicieron gran perjuicio. (Salmos 78, 45)

  • ni la peste que avanza en las tinieblas, ni la plaga que azota a pleno sol. (Salmos 91, 6)

  • La desgracia no te alcanzará ni la plaga se acercará a tu tienda: (Salmos 91, 10)

  • Pululó de ranas su país hasta en las habitaciones de los reyes. (Salmos 105, 30)

  • Habló y llegaron los mosquitos, plaga de insectos en todo su territorio. (Salmos 105, 31)

  • tanto lo irritaron con esas prácticas que una plaga se desató contra ellos. (Salmos 106, 29)

  • Luego recordó la maldad de los hijos de Bayán, que habían sido tropiezo y plaga para los judíos, asaltándolos en los caminos. (1 Macabeos 5, 4)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina