Talált 234 Eredmények: profeta

  • pero no invitó al profeta Natán, ni a Banaías, ni a los valientes de la guardia, ni a su hermano Salomón. (1 Reyes 1, 10)

  • Cuando estaba conversando con el rey, llegó el profeta Natán. (1 Reyes 1, 22)

  • Después el rey ordenó que comparecieran ante él el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Banaías, hijo de Yoyada. (1 Reyes 1, 32)

  • Allí el sacerdote Sadoc junto con el profeta Natán lo ungirán como rey de Israel. (1 Reyes 1, 34)

  • Un día que salió Jeroboam de Jerusalén, el profeta Ajías, de Silo, lo encontró en el camino. Este iba cubierto con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo. (1 Reyes 11, 29)

  • El rey no escuchó a la gente de Israel. Así lo había dispuesto Yavé, comprobándose la palabra de Yavé que el profeta Ajías había dicho a Jeroboam. (1 Reyes 12, 15)

  • El profeta gritó hacia el altar en nombre de Yavé: «Altar, altar, en la familia de David va a nacer un niño cuyo nombre será Josías. El matará sobre este altar a los sacerdotes que quemaron incienso en él. Y manchará el altar quemando sobre él huesos humanos.» (1 Reyes 13, 2)

  • Y el profeta dio este signo: «El altar va a romperse y se van a derramar las cenizas que hay sobre él.» (1 Reyes 13, 3)

  • Pero la mano que extendió contra el profeta se secó y no pudo doblar el brazo. El altar se rompió y se derramó la ceniza, según la señal antes dicha. (1 Reyes 13, 5)

  • Vivía en Betel un anciano profeta. Vinieron sus hijos y le contaron cuanto había hecho aquel día el hombre de Dios y lo que había dicho al rey. (1 Reyes 13, 11)

  • Así que montó en el burro y partió tras el hombre de Dios, al que encontró sentado bajo un árbol. El anciano profeta le preguntó: «¿Eres tú el hombre de Dios que ha venido de Judá? (1 Reyes 13, 14)

  • Pero el anciano replicó, mintiéndole: «También yo soy profeta como tú, y por orden de Yavé un ángel me ha dicho: Hazlo volver contigo para que coma y beba agua.» (1 Reyes 13, 18)


Uma filha espiritual perguntou a Padre Pio: “O Senhor cura tantas pessoas, por que não cura esta sua filha espiritual?” Padre Pio respondeu-lhe em voz baixa: “E não nos oferecemos a Deus?” São Padre Pio de Pietrelcina