Talált 71 Eredmények: Altos
Las montañas se cubrieron con su sombra, y los cedros más altos con sus ramas; (Salmos 80, 11)
los altos peñascos son para las cabras, y en las rocas se refugian los erizos. (Salmos 104, 18)
Lo confirmó en el sumo sacerdocio y en todos los altos cargos que había tenido antes, y le dio un lugar preeminente entre sus principales Amigos. (I Macabeos 11, 27)
Antíoco pensó que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su Amigo y le confiaría altos cargos. (II Macabeos 7, 24)
Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad: (Proverbios 9, 3)
el necio es promovido a los puestos más altos y los nobles rebajados a los puestos inferiores. (Eclesiastés 10, 6)
¡Miren! El Señor, el Señor de los ejércitos, desgaja con ímpetu el ramaje: los árboles más altos son talados, los más elevados, abatidos; (Isaías 10, 33)
La gente de Dibón ha subido a los lugares altos para llorar. Por Nebo y por Medebá, está gimiendo Moab. Todas las cabezás están rapadas, todas las barbas cortadas. (Isaías 15, 2)
Por más que Moab se presente y se fatigue en los lugares altos, por más que vaya a su santuario a orar, no le valdrá de nada. (Isaías 16, 12)
Seguramente, tú me dirás: Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios. Pero ¿no fue acaso Ezequías el que suprimió todos los lugares altos y los altares dedicados a él, diciendo a la gente de Judá y de Jerusalén: ‘Sólo delante de este altar, ustedes deberán postrarse’?. (Isaías 36, 7)
Por medio de tus servidores has insultado al Señor y has dicho: Con mis numerosos carros escalé la cima de las montañas, los rincones inaccesibles del Líbano. Talé sus cedros más altos, sus mejores cipreses; llegué hasta su último extremo, hasta lo más espeso de su bosque. (Isaías 37, 24)
Han edificado lugares altos a Baal, para quemar en el fuego a sus hijos como holocaustos a Baal, cosa que yo no había ordenado ni dicho, y que jamás se me pasó por la mente. (Jeremías 19, 5)