Talált 80 Eredmények: Gog

  • pero ellos continuaron su viaje, y de Perge fueron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. (Hechos 13, 14)

  • Después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir: «Hermanos, si tienen que dirigir al pueblo alguna exhortación, pueden hablar». (Hechos 13, 15)

  • En Iconio, Pablo y Bernabé entraron en la sinagoga de los judíos, como lo hacían habitualmente, y predicaron de tal manera que un gran número de judíos y paganos abrazaron la fe. (Hechos 14, 1)

  • Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados». (Hechos 15, 21)

  • Atravesaron Anfípolis y Apolonia, y llegaron a Tesalónica, donde los judíos tenían una sinagoga. (Hechos 17, 1)

  • Esa misma noche, los hermanos hicieron partir a Pablo y a Silas hacia Berea. En cuanto llegaron, se dirigieron a la sinagoga de los judíos. (Hechos 17, 10)

  • Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios, y también lo hacía diariamente en la plaza pública con los que pasaban por allí. (Hechos 17, 17)

  • Todos los sábados, Pablo discutía en la sinagoga y trataba de persuadir tanto a los judíos como a los paganos. (Hechos 18, 4)

  • Entonces, alejándose de allí, fue a lo de un tal Ticio Justo, uno de los que adoraban a Dios y cuya casa lindaba con la sinagoga. (Hechos 18, 7)

  • Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su familia. También muchos habitantes de Corinto, que habían escuchado a Pablo, abrazaron la fe y se hicieron bautizar. (Hechos 18, 8)

  • Entonces todos se apoderaron de Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golperon ante el tribunal. Pero a Galión todo esto lo tuvo sin cuidado. (Hechos 18, 17)

  • Cuando llegaron a Éfeso, Pablo se separó de sus compañeros para ir a la sinagoga y dialogar con los judíos. (Hechos 18, 19)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina