Talált 3300 Eredmények: Hijo del Hombre

  • para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. (Efesios 1, 6)

  • y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, (Efesios 2, 15)

  • Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. (Efesios 3, 16)

  • hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo. (Efesios 4, 13)

  • De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo dejándose arrastrar por los deseos engañosos, (Efesios 4, 22)

  • y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad. (Efesios 4, 24)

  • Y sépanlo bien: ni el hombre lujurioso, ni el impuro, ni el avaro -que es un idólatra- tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. (Efesios 5, 5)

  • Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne. (Efesios 5, 31)

  • teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre. (Efesios 6, 8)

  • Ya saben que él ha dado pruebas de su virtud, porque sirvió conmigo a la causa del Evangelio, como un hijo junto a su padre. (Filipenses 2, 22)

  • circuncidado al octavo día; de la raza de Israel y de la tribu de Benjamín; hebreo, hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, un fariseo; (Filipenses 3, 5)

  • Porque él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, (Colosenses 1, 13)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina