Talált 76 Eredmények: Soldados

  • Cuando Judas se enteró de esto, salió con sus soldados para derrotar al ejército real que estaba en Emaús, (I Macabeos 4, 3)

  • Al ver la derrota sufrida por sus tropas y la intrepidez de los soldados de Judas, que estaban resueltos a vivir o a morir heroicamente, Lisias volvió a Antioquía, donde reclutó mercenarios con la intención de regresar a Judea con fuerzas más numerosas. (I Macabeos 4, 35)

  • Los soldados ocuparon sus posiciones, y Judas atacó la ciudad todo aquel día y toda la noche, hasta que cayó en sus manos. (I Macabeos 5, 50)

  • El número de sus fuerzas era de cien mil soldados, veinte mil jinetes y treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra. (I Macabeos 6, 30)

  • Por eso pensó que era necesario partir en seguida y dijo al rey, a los capitanes del ejército y a los soldados: "Cada día estamos peor y escasean los víveres; el lugar que asediamos está bien fortificado y nos urgen los asuntos del reino. (I Macabeos 6, 57)

  • y cuando sus soldados vieron que había caído, tiraron las armas y huyeron. (I Macabeos 7, 44)

  • Jonatán le envió a Antioquía tres mil soldados aguerridos, y cuando se presentaron al rey, este se alegró de su llegada. (I Macabeos 11, 44)

  • y no se reservó más que tres mil soldados, dejando a dos mil en Galilea y haciéndose acompañar por los otros mil. (I Macabeos 12, 47)

  • surgió Simón y combatió por su pueblo. Él invirtió gran parte de su fortuna en equipar a los soldados de su nación y pagarles el sueldo; (I Macabeos 14, 32)

  • Simón puso en ella soldados judíos, la fortificó para seguridad del país y de la ciudad, y elevó los muros de Jerusalén. (I Macabeos 14, 37)

  • Antíoco acampó frente a Dora con ciento veinte mil soldados de infantería y ocho mil jinetes. (I Macabeos 15, 13)

  • y, al amanecer, se levantaron y avanzaron hacia la llanura. De pronto divisaron un numeroso ejército, compuesto de soldados y jinetes, que venía a su encuentro. Entre ellos se interponía un torrente. (I Macabeos 16, 5)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina