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Cuando vean la Abominación de la desolación usurpando el lugar que no le corresponde -el que lea esto, entiéndalo bien- los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; (Marcos 13, 14)
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. (Marcos 13, 29)
Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y crea-mos!». También lo insultaban los que habían sido crucificados con él. (Marcos 15, 32)
Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado». (Lucas 2, 15)
No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. (Lucas 8, 16)
Cuando uno enciende una lámpara, no la esconde ni la cubre, sino que la pone sobre el candelero, para que los que entran vean la claridad. (Lucas 11, 33)
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. (Lucas 13, 28)
No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: (Lucas 14, 29)
«¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez». (Lucas 18, 41)
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. (Lucas 21, 20)
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. (Lucas 21, 31)
Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo». (Lucas 24, 39)