Talált 28 Eredmények: ayuno

  • Además, el décimo día de ese séptimo mes, será el día de la Expiación. Habrá una asamblea litúrgica, observarán el ayuno y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. (Levítico 23, 27)

  • El que no observe el ayuno a lo largo de ese día, será excluido de su pueblo. (Levítico 23, 29)

  • Este será para ustedes un día de descanso, en el que observarán el ayuno. El noveno día del mes por la tarde, desde esa tarde hasta la siguiente, observarán este descanso. (Levítico 23, 32)

  • David recurrió a Dios en favor del niño: ayunó rigurosamente, y cuando se retiraba por la noche, se acostaba en el suelo. (II Samuel 12, 16)

  • En esa carta escribió: "Proclamen un ayuno y en la asamblea del pueblo hagan sentar a Nabot en primera fila. (I Reyes 21, 9)

  • Proclamaron un ayuno e hicieron sentar a Nabot en primera fila. (I Reyes 21, 12)

  • Cuando Ajab oyó aquellas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un sayal sobre su carne, y ayunó. Se acostaba con el sayal y andaba taciturno. (I Reyes 21, 27)

  • Josafat, muy atemorizado, decidió consultar al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá. (II Crónicas 20, 3)

  • Allí, a orillas del río Ahavá, proclamé un ayuno, para humillarnos delante de nuestro Dios, a fin de pedirle un feliz viaje para nosotros y nuestros hijos y para todos nuestros bienes. (Esdras 8, 21)

  • El día veinticuatro de ese mes, los israelitas se reunieron para un ayuno, vestidos de sayales y cubiertos de polvo. (Nehemías 9, 1)

  • Vale más la oración con el ayuno y la limosna con la justicia, que la riqueza con la iniquidad. Vale más hacer limosna que amontonar oro. (Tobías 12, 8)

  • Todos los hombres de Israel clamaron insistentemente a Dios y observaron un riguroso ayuno. (Judit 4, 9)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina