Talált 269 Eredmények: lavar los pies
Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». (Marcos 3, 11)
Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, (Marcos 5, 22)
Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. (Marcos 5, 33)
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos». (Marcos 6, 11)
y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. (Marcos 7, 2)
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. (Marcos 7, 25)
porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. (Marcos 9, 45)
El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. (Marcos 12, 36)
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». (Lucas 5, 8)
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. (Lucas 7, 38)
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. (Lucas 7, 44)
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. (Lucas 7, 45)