Talált 1389 Eredmények: lista de hombres de Betel y Ai

  • Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. (I Corintios 13, 1)

  • Porque aquel que habla un lenguaje incomprensible no se dirige a los hombres sino a Dios, y nadie le entiende: dice en éxtasis cosas misteriosas. (I Corintios 14, 2)

  • En cambio, el que profetiza habla a los hombres para edificarlos, exhortarlos y reconfortarlos. (I Corintios 14, 3)

  • En cambio, si todos profetizan y entra alguno de esos hombres, todos podrán convencerlo y examinarlo. (I Corintios 14, 24)

  • Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. (I Corintios 15, 19)

  • No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces. (I Corintios 15, 39)

  • Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. (I Corintios 15, 48)

  • Ustedes mismos son nuestra carta, una carta escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. (II Corintios 3, 2)

  • Por lo tanto, compenetrados del temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres. Dios ya nos conoce plenamente, y espero que también ustedes nos conozcan de la misma manera. (II Corintios 5, 11)

  • Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. (II Corintios 5, 19)

  • Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. (II Corintios 5, 20)

  • procurando hacer lo que está bien, no solamente delante de Dios, sino también delante de los hombres. (II Corintios 8, 21)


“Quanto mais se caminha na vida espiritual, mais se sente a paz que se apossa de nós.” São Padre Pio de Pietrelcina