Talált 484 Eredmények: pecado de relaciones

  • Porque el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, me sedujo y, por medio del precepto, me causó la muerte. (Romanos 7, 11)

  • ¿Pero es posible que lo bueno me cause la muerte? ¡De ningún modo! Lo que pasa es que el pecado, a fin de mostrarse como tal, se valió de algo bueno para causarme la muerte, y así el pecado, por medio del precepto, llega a la plenitud de su malicia. (Romanos 7, 13)

  • Porque sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy carnal, y estoy vendido como esclavo al pecado. (Romanos 7, 14)

  • Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, (Romanos 7, 17)

  • Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí. (Romanos 7, 20)

  • pero observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros. (Romanos 7, 23)

  • ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! En una palabra, con mi razón sirvo a la Ley de Dios, pero con mi carne sirvo a la ley del pecado. (Romanos 7, 25)

  • Porque la ley del Espíritu, que da la Vida, te ha librado, en Cristo Jesús, de la ley del pecado y de la muerte. (Romanos 8, 2)

  • Lo que no podía hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios lo hizo, enviando a su propio Hijo, en una carne semejante a la del pecado, y como víctima por el pecado. Así él condenó el pecado en la carne, (Romanos 8, 3)

  • Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. (Romanos 8, 10)

  • Pero el que come a pesar de sus dudas, es culpable porque obra de mala fe. Y todo lo que no se hace de buena fe es pecado. (Romanos 14, 23)

  • Eviten la fornicación. Cualquier otro pecado cometido por el hombre es exterior a su cuerpo, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. (I Corintios 6, 18)


“A mulher forte é a que tem temor de Deus, a que mesmo à custa de sacrifício faz a vontade de Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina