Talált 377 Eredmények: siete plagas

  • No siembres, hijo mío, en los surcos de la injusticia, no sea que coseches siete veces más. (Eclesiástico 7, 3)

  • Hay quien compra mucho a bajo precio, y después lo paga siete veces más. (Eclesiástico 20, 12)

  • El duelo por un muerto dura siete días; por el necio y el impío, todos los días de su vida. (Eclesiástico 22, 12)

  • porque el Señor sabe retribuir y te dará siete veces más. (Eclesiástico 35, 10)

  • el alma de un hombre suele advertir a menudo mejor que siete vigías apostados sobre una altura. (Eclesiástico 37, 14)

  • Esto le toca a todo ser viviente, sea hombre o animal, pero a los pecadores, siete veces más: (Eclesiástico 40, 8)

  • El Señor secará el golfo del mar de Egipto y agitará su mano contra el Río: con su soplo abrasador, lo dividirá en siete brazos, y hará que se lo pueda pasar en sandalias. (Isaías 11, 15)

  • Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa -como la luz de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió. (Isaías 30, 26)

  • Desfallece la que dio a luz siete veces, está a punto de expirar; su sol se ha puesto en pleno día, quedó avergonzada y confundida. Al resto de ellos los entregaré a la espada delante de sus enemigos -oráculo del Señor-. (Jeremías 15, 9)

  • Convertiré esta ciudad en una devastación y en un motivo de estupor: todo el que pase junto a ella quedará pasmado y silbará de estupor al ver todas sus plagas. (Jeremías 19, 8)

  • "Al cabo de cada siete años, cada uno de ustedes dejará libre a su hermano, al hebreo que se haya vendido a ti: él te servirá seis años, y después lo dejarás en libertad". Pero sus padres no escucharon ni inclinaron sus oídos. (Jeremías 34, 14)

  • Edóm se convertirá en una devastación; todo el que pase junto a ella quedará pasmado, y silbará de estupor al ver todas sus plagas. (Jeremías 49, 17)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina