Talált 194 Eredmények: Altares de Incienso

  • Sólo que los altos no desaparecieron y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los altos. (II Reyes 12, 4)

  • Tan sólo que no desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los altos. (II Reyes 14, 4)

  • Sólo que no desaparecieron los altos y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los altos. (II Reyes 15, 4)

  • sólo que no desaparecieron los altos y el pueblo siguió sacrificando y quemando incienso en los altos. El contruyó la Puerta Superior de la Casa de Yahveh. (II Reyes 15, 35)

  • Ofreció sacrificios y quemó incienso en los altos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso. (II Reyes 16, 4)

  • y quemaron allí, sobre todos los altos, incienso, como las naciones que Yahveh había expulsado de delante de ellos, y cometieron maldades, que irritaban a Yahveh. (II Reyes 17, 11)

  • El fue quien quitó los altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejustán. (II Reyes 18, 4)

  • Pero vais a decirme: "Nosotros confiamos en Yahveh, nuestro Dios." ¿No ha sido él, Ezequías, quien ha suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: "Os postraréis delante de este altar en Jerusalén?" (II Reyes 18, 22)

  • Volvió a edificar los altos que había destruido su padre Ezequías, alzó altares a Baal e hizo un cipo como lo había hecho Ajab, rey de Israel; se postró ante todo el ejército de los cielos y les sirvió. (II Reyes 21, 3)

  • Construyó altares en la Casa de la que Yahveh había dicho: «En Jerusalén pondré mi Nombre.» (II Reyes 21, 4)

  • Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos patios de la Casa de Yahveh. (II Reyes 21, 5)

  • porque ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses irritandome con todas las obras de sus manos. Mi cólera se ha encendido contra este lugar y no se apagará." (II Reyes 22, 17)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina