Talált 86 Eredmények: Castigo

  • El hombre precavido ve el mal y se esconde, los simples pasan y reciben castigo. (Proverbios 27, 12)

  • La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre, pero no deja sin castigo los labios del blasfemo; que Dios es testigo de sus riñones, observador veraz de su corazón y oye cuanto dice su lengua. (Sabiduría 1, 6)

  • Las deliberaciones del impío serán examinadas; el eco de sus palabras llegará hasta el Señor para castigo de sus maldades. (Sabiduría 1, 9)

  • Lo mismo que fue para sus enemigos un castigo, fue para ellos en su apuro un beneficio. (Sabiduría 11, 5)

  • porque, al oír que lo mismo que era su castigo, era para los otros un beneficio, reconocieron al Señor; (Sabiduría 11, 13)

  • Por sus locos e inicuos pensamientos por los que, extraviados, adoraban reptiles sin razón y bichos despreciables, les enviaste en castigo muchedumbre de animales sin razón, (Sabiduría 11, 15)

  • sino que les concedías, con un castigo gradual, una ocasión de arrepentirse; aun sabiendo que era su natural perverso, su malicia innata, y que jamás cambiaría su manera de pensar (Sabiduría 12, 10)

  • Por eso, como a niños sin seso, les enviaste una irrisión de castigo. (Sabiduría 12, 25)

  • Pero los que con una reprimenda irrisoria no se enmendaron, iban a experimentar un castigo digno de Dios. (Sabiduría 12, 26)

  • A la vista de los seres que les atormentaban y les indignaban, de aquellos seres que tenían por dioses y eran ahora su castigo, abrieron los ojos y reconocieron por el Dios verdadero a aquel que antes se negaban a conocer. Por lo cual el supremo castigo descargó sobre ellos. (Sabiduría 12, 27)

  • En vez de tal castigo, concediste favores a tu pueblo: para satisfacer su voraz apetito, les preparaste como alimento un manjar exquisito: codornices; (Sabiduría 16, 2)

  • Porque la creación, sirviéndote a ti, su Hacedor, se embravece para castigo de los inicuos y se amansa en favor de los que en ti confían. (Sabiduría 16, 24)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina