Talált 49 Eredmények: Demetrio

  • Mantuvo vigorosamente el combate hasta la puesta del sol. Pero en aquella jornada Demetrio sucumbió. (I Macabeos 10, 50)

  • «Vuelto a mi reino, me he sentado en el trono de mis padres y ocupado el poder después de derrotar a Demetrio y hacerme dueño de nuestro país; (I Macabeos 10, 52)

  • El año 165, Demetrio, hijo de Demetrio, vino de Creta al país de sus padres. (I Macabeos 10, 67)

  • Demetrio confirmó a Apolonio como gobernador de Celesiria, el cual, juntando un numeroso ejército, acampó en Yamnia y envió a decir a Jonatán, sumo sacerdote: (I Macabeos 10, 69)

  • Envió embajadores al rey Demetrio diciéndole: «Ven y concertemos entre nosotros una alianza. Te daré mi hija, la que tiene Alejandro, y reinarás en el reino de tu padre. (I Macabeos 11, 9)

  • Quitándole, pues, su hija se la dio a Demetrio, rompió con Alejandro y quedó manifiesta la enemistad entre ambos. (I Macabeos 11, 12)

  • Demetrio comenzó a reinar el año 167. (I Macabeos 11, 19)

  • «El rey Demetrio saluda a su hermano Jonatán y a la nación de los judíos. (I Macabeos 11, 30)

  • El rey Demetrio saluda a su padre Lástenes. (I Macabeos 11, 32)

  • El rey Demetrio, viendo que el país estaba en calma bajo su mando y que nada le ofrecía resistencia, licenció todas sus tropas mandando a cada uno a su lugar, excepto las tropas extranjeras que había reclutado en las islas de las naciones. Todas las tropas que había recibido de sus padres se enemistaron con él. (I Macabeos 11, 38)

  • Entonces Trifón, antiguo partidario de Alejandro, al ver que todas las tropas murmuraban contra Demetrio, se fue donde el árabe Yamlikú que criaba al niño Antíoco, hijo de Alejandro, (I Macabeos 11, 39)

  • y le instaba a que se lo entregase para ponerlo en el trono de su padre. Le puso al corriente de toda la actuación de Demetrio y del odio que le tenían sus tropas. Permaneció allí muchos días. (I Macabeos 11, 40)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina