Talált 516 Eredmények: Espíritu

  • El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo. (Romanos 15, 13)

  • de ser para los gentiles ministro de Cristo Jesús, ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios, para que la oblación de los gentiles sea agradable, santificada por el Espíritu Santo. (Romanos 15, 16)

  • en virtud de señales y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios, tanto que desde Jerusalén y en todas direcciones hasta el Ilírico he dado cumplimiento al Evangelio de Cristo; (Romanos 15, 19)

  • Pero os suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones rogando a Dios por mí, (Romanos 15, 30)

  • Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder (I Corintios 2, 4)

  • Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. (I Corintios 2, 10)

  • En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. (I Corintios 2, 11)

  • Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, (I Corintios 2, 12)

  • de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, expresando realidades espirituales. (I Corintios 2, 13)

  • El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas. (I Corintios 2, 14)

  • En cambio, el hombre de espíritu lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarle. (I Corintios 2, 15)

  • ¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (I Corintios 3, 16)


“O amor sem temor torna-se presunção.” São Padre Pio de Pietrelcina