Talált 429 Eredmények: Libro de Josué

  • y si libró a Lot, el justo, oprimido por la conducta licenciosa de aquellos hombres disolutos (II Pedro 2, 7)

  • «Lo que veas escríbelo en un libro y envíalo a las siete Iglesias: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea». (Apocalipsis 1, 11)

  • El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré su nombre del libro de la vida, sino que me declararé por él delante de mi Padre y de sus Angeles. (Apocalipsis 3, 5)

  • Vi también en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro, escrito por el anverso y el reverso, sellado con siete sellos. (Apocalipsis 5, 1)

  • Y vi a un Angel poderoso que proclamaba con fuerte voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y soltar sus sellos?» (Apocalipsis 5, 2)

  • Pero nadie era capaz, ni en el cielo ni en la tierra ni bajo tierra, de abrir el libro ni de leerlo. (Apocalipsis 5, 3)

  • Y yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo. (Apocalipsis 5, 4)

  • Pero uno de los Ancianos me dice: «No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos.» (Apocalipsis 5, 5)

  • Y se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono. (Apocalipsis 5, 7)

  • Y cantan un cántico nuevo diciendo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; (Apocalipsis 5, 9)

  • y el cielo fue retirado como un libro que se enrolla, y todos los montes y las islas fueron removidos de sus asientos; (Apocalipsis 6, 14)

  • Y la adorarán todos los habitantes de la tierra cuyo nombre no está inscrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado. (Apocalipsis 13, 8)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina