Talált 185 Eredmények: Suelo
¡Cielos, exultad con él, y adórenle los hijos de Dios! ¡Exultad, naciones, con su pueblo, y todos los mensajeros de Dios narren su fuerza! Porque él vengará la sangre de sus siervos, tomará venganza de sus adversarios, dará su pago a quienes le aborrecen y purificará el suelo de su pueblo. (Deuteronomio 32, 43)
Porque no es una palabra vana para vosotros, sino que es vuestra vida, y por ella prolongaréis vuestros días en el suelo que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán.» (Deuteronomio 32, 47)
Cascos de caballos sacuden el suelo: ¡galopan, galopan sus corceles! (Jueces 5, 22)
yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solamente sobre el vellón y todo el suelo queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi mano, como has prometido.» (Jueces 6, 37)
Gedeón dijo a Dios: «No te irrites contra mí si me atrevo a hablar de nuevo. Por favor, quisiera hacer por última vez la prueba con el vellón: que quede seco sólo el vellón y que haya rocío por todo el suelo.» (Jueces 6, 39)
Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y por todo el suelo había rocío. (Jueces 6, 40)
Había, pues, un panal de miel por el suelo, (I Samuel 14, 25)
La tropa se arrojó sobre el botín y tomando ganado menor, bueyes y terneros, los immoló sobre el suelo y lo comieron con la sangre. (I Samuel 14, 32)
Pues mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé, no estarás a salvo ni tú ni tu realeza; así que manda a buscarlo y tráemelo, porque es reo de muerte.» (I Samuel 20, 31)
Saúl se negó diciendo: «No quiero comer.» Pero sus servidores, a una con la mujer, le insistieron hasta que accedió. Se levantó del suelo y se sentó en el diván. (I Samuel 28, 23)
Urías respondió a David: «El arca, Israel y Judá habitan en tiendas; Joab mi señor y los siervos de mi señor acampan en el suelo ¿y voy a entrar yo en mi casa para comer, beber y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida y la vida de tu alma, no haré tal!» (II Samuel 11, 11)
Los ancianos de su casa se esforzaban por levantarle del suelo, pero el se negó y no quiso comer con ellos. (II Samuel 12, 17)