Talált 2066 Eredmények: casa de Saúl

  • Los hijos de José, que le habían nacido en Egipto, eran dos. Todas las personas de la casa de Jacob que entraron en Egipto eran setenta. (Génesis 46, 27)

  • José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: «Voy a subir a avisar a Faraón y decirle: "Han venido a mí mis hermanos y la casa de mi padre que estaban en Canaán. (Génesis 46, 31)

  • Y José proveyó al sustento familiar de su padre y sus hermanos y toda la casa de su padre. (Génesis 47, 12)

  • Transcurridos los días de luto por él, habló José a la casa de Faraón en estos términos: «Si he hallado gracia a vuestros ojos, por favor, haced llegar a oídos de Faraón esta palabra: (Génesis 50, 4)

  • Un hombre de la casa de Leví fue a tomar por mujer una hija de Leví. (Exodo 2, 1)

  • sino que cada mujer pedirá a su vecina y a la que mora en su casa objetos de plata, objetos de oro y vestidos, que pondréis a vuestros hijos y a vuestras hijas, y así despojaréis a los egipcios.» (Exodo 3, 22)

  • Moisés volvió y regresó a casa de Jetró, su suegro, y le dijo: «Con tu permiso, me vuelvo a ver a mis hermanos de Egipto para saber si viven todavía.» Dijo Jetró a Moisés: «Vete en paz.» (Exodo 4, 18)

  • Hijos de Simeón: Yemuel, Yamín, Ohad, Yakín, Sójar y Saúl, hijo de la cananea; éstas son las familias de Simeón. (Exodo 6, 15)

  • Se volvió Faraón y entró en su casa sin hacer caso de ello. (Exodo 7, 23)

  • El Río bullirá de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu dormitorio y en tu lecho, en las casas de tus servidores y en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. (Exodo 7, 28)

  • Así lo hizo Yahveh, y un enorme enjambre de tábanos vino sobre la casa de Faraón y la casas de sus siervos; y toda la tierra de Egipto; la tierra fue devastada por los tábanos. (Exodo 8, 20)

  • Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa. (Exodo 12, 3)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina