Talált 900 Eredmények: conquista de Jerusalén
Ellos, después de haber dado testimonio y haber predicado la Palabra del Señor, se volvieron a Jerusalén evangelizando muchos pueblos samaritanos. (Hechos 8, 25)
El Angel del Señor habló a Felipe diciendo: «Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto.» (Hechos 8, 26)
Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén, (Hechos 8, 27)
y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén. (Hechos 9, 2)
Respondió Ananías: «Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén (Hechos 9, 13)
Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos atados a los sumos sacerdotes?» (Hechos 9, 21)
Llegó a Jerusalén e intentaba juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. (Hechos 9, 26)
Andaba con ellos por Jerusalén, predicando valientemente en el nombre del Señor. (Hechos 9, 28)
y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero; (Hechos 10, 39)
así que cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión se lo reprochaban, (Hechos 11, 2)
La noticia de esto llegó a oídos de la Iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía. (Hechos 11, 22)
Por aquellos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía. (Hechos 11, 27)