Talált 48 Eredmények: construcción de la torre

  • pues tú eres mi refugio, torre fuerte frente al enemigo. (Salmos 61, 4)

  • Cada elefante llevaba sobre sí, sujeta con cinchas, una torre fuerte de madera como defensa y tres guerreros que combatían desde ella, además del conductor. (I Macabeos 6, 37)

  • Los gastos de la construcción de las murallas de Jerusalén y la fortificación de su recinto correrán asimismo a cuenta del rey, como también la reconstrucción de murallas en Judea.» (I Macabeos 10, 45)

  • Por aquellos días puso cerco Simón a Gázara y la rodeó con sus tropas. Construyó una torre móvil que acercó a la ciudad y abriendo brecha en un baluarte, lo tomó. (I Macabeos 13, 43)

  • Saltaron los de la torre a la ciudad y se produjo en ella gran agitación. (I Macabeos 13, 44)

  • Y así, el dinero que estaba destinado por voluntad del que lo enviaba, al sacrificio de Hércules, se empleó por deseo de los portadores, en la construcción de las trirremes. (II Macabeos 4, 20)

  • Hay en aquel lugar una torre de cincuenta codos, llena de ceniza, provista de un dispositivo giratorio, en pendiente por todos los lados hacia la ceniza. (II Macabeos 13, 5)

  • Cuando las tropas estaban a punto de apoderarse de la torre, forzando la puerta del patio y con orden de prender fuego e incendiar las puertas, Razías, acosado por todas partes, se echó sobre la espada. (II Macabeos 14, 41)

  • Cuando pasa la tormenta, ya no existe el malo, mas el justo es construcción eterna. (Proverbios 10, 25)

  • El nombre de Yahveh es torre fuerte, a ella corre el justo y no es alcanzado. (Proverbios 18, 10)

  • Tu cuello, la torre de David, erigida para trofeos: mil escudos penden de ella, todos paveses de valientes. (Cantar 4, 4)

  • Tu cuello, como torre de marfil. Tus ojos, las piscinas de Jesbón, junto a la puerta de Bat Rabbim. Tu nariz, como la torre del Líbano, centinela que mira hacia Damasco. (Cantar 7, 5)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina