Talált 202 Eredmények: descendientes de benjamín

  • Cayeron de Benjamín 18.000 hombres, todos ellos hombres valerosos. (Jueces 20, 44)

  • Volvieron la espalda y huyeron al desierto, hacia la Peña de Rimmón. Los israelitas fueron atrapando por los caminos a 5.000 hombres. Luego persiguieron a Benjamín hasta Guidom y le mataron 2.000 hombres. (Jueces 20, 45)

  • Los hombres de Israel habían jurado en Mispá: «Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a Benjamín.» (Jueces 21, 1)

  • Los israelitas estaban apenados por su hermano Benjamín y decían: «Hoy ha sido arrancada una tribu de Israel. (Jueces 21, 6)

  • Volvió entonces Benjamín. Les dieron las mujeres de Yabés de Galaad que habían quedado con vida, pero no hubo suficientes para todos. (Jueces 21, 14)

  • El pueblo se compadeció de Benjamín, pues Yahveh había abierto una brecha entre las tribus de Israel. (Jueces 21, 15)

  • Decían los ancianos de la comunidad: «¿Qué podemos hacer para proporcionar mujeres a los que quedan, pues las mujeres de Benjamín han sido exterminadas?» (Jueces 21, 16)

  • Y añadían: «¿Cómo conservar un resto a Benjamín para que no sea borrada una tribu de Israel? (Jueces 21, 17)

  • Porque nosotros no podemos darles nuestras hijas en matrimonio.» Es que los israelitas habían pronunciado este juramento: «Maldito sea el que dé mujer a Benjamín.» (Jueces 21, 18)

  • Estaréis alerta, y cuando las muchachas de Silo salgan para danzar en corro, saldréis de las viñas y raptaréis cada uno una mujer de entre las muchachas de Silo y os iréis a la tierra de Benjamín. (Jueces 21, 21)

  • Estos son los descendientes de Peres. Peres engendró a Jesrón. (Rut 4, 18)

  • Un hombre de Benjamín salió corriendo del campo de batalla y llegó a Silo aquel mismo día, con los vestidos rotos y la cabeza cubierta de polvo. (I Samuel 4, 12)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina