Talált 222 Eredmények: hijas

  • y os rogocijaréis en presencia de Yahveh, vosotros, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, así como el levita que vive en vuestras ciudades, ya que no tiene parte ni heredad con vosotros. (Deuteronomio 12, 12)

  • No procederás así con Yahveh tu Dios. Porque todo lo que es una abominación para Yahveh, lo que detesta, lo hacen ellos en honor de sus dioses: llegan incluso a quemar al fuego a sus hijos e hijas en honor de sus dioses. (Deuteronomio 12, 31)

  • tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo; tus ojos se consumirán mirando todos los días hacia ellos, pero tus manos no podrán hacer nada. (Deuteronomio 28, 32)

  • Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al cautiverio. (Deuteronomio 28, 41)

  • Comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y tus hijas que te haya dado Yahveh tu Dios, en el asedio y la angustia a que te reducirá tu enemigo. (Deuteronomio 28, 53)

  • Yahveh lo ha visto y, en su ira, ha desechado a sus hijos y a sus hijas. (Deuteronomio 32, 19)

  • Entonces Josué tomó a Akán, hijo de Zéraj, con la plata, el manto y el lingote de oro, a sus hijos, sus hijas, su toro, su asno y su oveja, su tienda y todo lo suyo y los hizo subir al valle de Akor. Todo Israel le acompañaba. (Josué 7, 24)

  • Pero Selofjad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Makir, hijo de Manasés, no tenía hijos; sólo tenía hijas. Sus hijas se llamaban: Majlá, Noá, Joglá, Milká y Tirsá. (Josué 17, 3)

  • pues las hijas de Manasés obtuvieron una heredad entre sus hijos. El país de Galaad pertenecía a los otros hijos de Manasés. (Josué 17, 6)

  • Esa fue la heredad de los hijas de Neftalí, por clanes: las ciudades y sus aldeas. (Josué 19, 39)

  • se casaron con sus hijas, dieron sus propias hijas a los hijos de aquellos y sirvieron a sus dioses. (Jueces 3, 6)

  • de año en año las hijas de Israel van a lamentarse cuatro días al año por la hija de Jefté el galaadita. (Jueces 11, 40)


“Nossa Senhora está sempre pronta a nos socorrer, mas por acaso o mundo a escuta e se emenda?” São Padre Pio de Pietrelcina