Talált 1917 Eredmények: hijos de Jafet

  • Respondió Labán y dijo a Jacob: «Estas hijas son mías, estos hijos son mis hijos, y estas ovejas mis ovejas, todo cuanto ves, mío es. Y, ¿qué voy a hacerles hoy a estas mis hijas?, ¿o a los hijos que me dieron? (Génesis 31, 43)

  • A la mañana siguiente, Labán besó a sus hijos e hijas, les bendijo y se volvió a su lugar. (Génesis 32, 1)

  • Líbrame de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo, no sea que venga y nos ataque, a la madre junto con los hijos. (Génesis 32, 12)

  • Aquella noche se levantó, tomó a sus dos mujeres con sus dos siervas y a sus once hijos y cruzó el vado de Yabboq. (Génesis 32, 23)

  • Levantó luego los ojos, y al ver a las mujeres y a los niños, dijo: «¿Qué son de ti éstos?» - «Son los hijos que ha otorgado Dios a tu siervo.» (Génesis 33, 5)

  • Compró a los hijos de Jamor, padre de Siquem, por cien agnos la parcela de campo donde había desplegado su tienda, (Génesis 33, 19)

  • Jacob oyó que Siquem había violado a su hija Dina, pero sus hijos estaban con el ganado en el campo, y Jacob guardó silencio hasta su llegada. (Génesis 34, 5)

  • Los hijos de Jacob volvieron del campo al oírlo, y se indignaron los hombres y les dio mucha rabia la afrenta hecha por Siquem acostándose con la hija de Jacob: «Eso no se hace.» (Génesis 34, 7)

  • Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre Jamor con disimulo, y dirigiéndose a aquel que había violado a su hermana Dina, (Génesis 34, 13)

  • Pues bien, al tercer día, mientras ellos estaban adoloridos, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, blandieron cada uno su espada y entrando en la ciudad sin peligro mataron a todo varón. (Génesis 34, 25)

  • Los hijos de Jacob pasaron sobre los muertos, pillaron la ciudad que había violado a su hermana, (Génesis 34, 27)

  • Partieron, pues, y un pánico divino cayó sobre las ciudades de sus contornos; así no persiguieron a los hijos de Jacob. (Génesis 35, 5)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina