Talált 12 Eredmények: ladrones

  • Pues qué, ¿no te pareció a ti ridículo Israel? ¿o quizá entre ladrones fue sorprendido, que siempre que hablas de él meneas la cabeza? (Jeremías 48, 27)

  • Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían rebuscos? Si ladrones por la noche, dañarían hasta donde les bastase. (Jeremías 49, 9)

  • Otro tiene en su diestra espada y hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los ladrones. (Baruc 6, 13)

  • Lo mismo que a uno que ha ofendido al rey se le cierran bien las puertas, como que está condenado a muerte, así los sacerdotes aseguran las casas de estos dioses con puertas, cerrojos y trancas, para que no sean saqueados por los ladrones. (Baruc 6, 17)

  • Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos dioses de madera, plateados y dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y la vestimenta que los recubre, y se van con ello, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos. (Baruc 6, 57)

  • Sobre la ciudad se precipitan, corren por la muralla, hasta las casas suben, a través de las ventanas entran como ladrones. (Joel 2, 9)

  • Si vinieran ladrones donde ti o salteadores por la noche, ¿no te robarían lo que les bastase? Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían rebuscos? ¡Cómo has sido arrasado! (Abdías 1, 5)

  • «No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. (Mateo 6, 19)

  • Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. (Mateo 6, 20)

  • Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. (Juan 10, 8)

  • no me refería a los impuros de este mundo en general o a los avaros, a ladrones o idólatras. De ser así, tendriais que salir del mundo. (I Corintios 5, 10)

  • ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. (I Corintios 6, 10)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina