Talált 340 Eredmények: lista de reyes
por eso te son dadas la sabiduría y el entendimiento, y además te daré riqueza, bienes y gloria como no las tuvieron los reyes que fueron antes de ti, ni las tendrá ninguno de los que vengan después de ti.» (II Crónicas 1, 12)
Traían de Egipto un carro por seiscientos siclos de plata, y un caballo por 150. Los traían también como intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram. (II Crónicas 1, 17)
sin contar las contribuciones de los mercaderes y comerciantes. Todos los reyes de Arabia y los inspectores del país traían oro y plata a Salomón. (II Crónicas 9, 14)
Así el rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. (II Crónicas 9, 22)
Todos los reyes de la tierra querían ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. (II Crónicas 9, 23)
Dominaba sobre todos los reyes desde el Río hasta el país de los filisteos y hasta la frontera de Egipto. (II Crónicas 9, 26)
Estos son los hechos de Asá, los primeros y los postreros; están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. (II Crónicas 16, 11)
Esta es la lista, por sus casas paternas: De Judá, jefes de millar: Adná, el jefe, y con él 300.000 hombres esforzados. (II Crónicas 17, 14)
El resto de los hechos de Josafat, los primeros y los postreros, están escritos en la historia de Jehú, hijo de Jananí, que se halla inserta en el libro de los reyes de Israel. (II Crónicas 20, 34)
Anduvo por el camino de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Ajab, porque se había casado con una mujer de la familia de Ajab, e hizo el mal a los ojos de Yahveh. (II Crónicas 21, 6)
sino que has andado por los caminos de los reyes de Israel, y has prostituido a Judá y a los habitantes de Jerusalén siguiendo las prostituciones de la casa de Ajab, y también porque has dado muerte a tus hermanos de la casa de tu padre que eran mejores que tú; (II Crónicas 21, 13)
Tenía 32 años cuando empezó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años. Se fué sin que nadie le llorara; y le sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. (II Crónicas 21, 20)