Talált 387 Eredmények: paz

  • a vosotros gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo. (II Corintios 1, 2)

  • para los unos, olor que de la muerte lleva a la muerte; para los otros, olor que de la vida lleva a la vida. Y ¿quién es capaz para esto? (II Corintios 2, 16)

  • Por lo demás, hermanos, alegraos; sed perfectos; animaos; tened un mismo sentir; vivid en paz, y el Dios de la caridad y de la paz estará con vosotros. (II Corintios 13, 11)

  • Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, (Gálatas 1, 3)

  • Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la ley. (Gálatas 3, 21)

  • En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, (Gálatas 5, 22)

  • Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios. (Gálatas 6, 16)

  • Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. (Efesios 1, 2)

  • Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, (Efesios 2, 14)

  • anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, (Efesios 2, 15)

  • Vino a anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca. (Efesios 2, 17)

  • poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. (Efesios 4, 3)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina