Talált 381 Eredmények: soldados de saul

  • Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de púrpura; (Juan 19, 2)

  • Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. (Juan 19, 23)

  • Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados. (Juan 19, 24)

  • Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. (Juan 19, 32)

  • sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. (Juan 19, 34)

  • cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?» (Hechos 9, 4)

  • Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.» (Hechos 9, 17)

  • Le apresó, pues, le encarceló y le confió a cuatro escuadras de cuatro soldados para que le custodiasen, con la intención de presentarle delante del pueblo después de la Pascua. (Hechos 12, 4)

  • Cuando ya Herodes le iba a presentar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas; también había ante la puerta unos centinelas custodiando la cárcel. (Hechos 12, 6)

  • Cuando vino el día hubo un alboroto no pequeño entre los soldados, sobre qué habría sido de Pedro. (Hechos 12, 18)

  • Luego pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. (Hechos 13, 21)

  • Inmediatamente tomó consigo soldados y centuriones y bajó corriendo hacia ellos; y ellos al ver al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. (Hechos 21, 32)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina