Talált 320 Eredmények: tribu de manasés

  • Vivió hasta la avanzada edad de 105 años, transcurriendo su ancianidad en casa de su marido. A su sierva le concedió la libertad. Murió en Betulia y fue sepultada en la caverna de su marido Manasés. (Judit 16, 23)

  • La casa de Israel la lloró durante siete días. Antes de morir, distribuyó su hacienda entre los parientes de su marido Manasés y entre sus propios parientes. (Judit 16, 24)

  • Había en la ciudadela de Susa un judío, llamado Mardoqueo, hijo de Yaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín. (Ester 2, 5)

  • El año segundo del reinado del rey Asuero el Grande, el día uno del mes de Nisán, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Yaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, (Ester 11, 2)

  • Yo oí desde mi infancia, en mi tribu paterna, que tú, Señor, elegiste a Israel de entre todos los pueblos, y a nuestros padres de entre todos sus mayores para ser herencia tuya para siempre cumpliendo en su favor cuanto dijiste. (Ester 14, 5)

  • «Mío es Galaad, mío Manasés, Efraím, yelmo de mi cabeza, Judá, mi cetro, (Salmos 60, 9)

  • Acuérdate de la comunidad que de antiguo adquiriste, la que tú rescataste, tribu de tu heredad, y del monte Sión donde pusiste tu morada. (Salmos 74, 2)

  • Desechó la tienda de José, y no eligió a la tribu de Efraím; (Salmos 78, 67)

  • mas eligió a la tribu de Judá, el monte Sión al cual amaba. (Salmos 78, 68)

  • ante Efraím, Benjamín y Manasés; ¡despierta tu poderío, y ven en nuestro auxilio! (Salmos 80, 3)

  • «Mío es Galaad, mío Manasés, Efraím, yelmo de mi cabeza, Judá mi cetro. (Salmos 108, 9)

  • Pero un tal Simón, de la tribu de Bilgá, constituido administrador del Templo, tuvo diferencias con el sumo sacerdote sobre la reglamentación del mercado de la ciudad. (II Macabeos 3, 4)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina