Talált 120 Eredmények: Carros

  • Luego tú reunirás un ejército como el que perdiste, una caballería como aquélla y carros en igual número. Les presentaremos batalla en la llanura, y verás cómo los venceremos". El rey escuchó sus razones y obró de esta manera. (I Reyes 20, 25)

  • Mas el rey de Siria había dado estas órdenes a los treinta y dos jefes de sus carros: "No ataquéis a ninguno, sea oficial o soldado raso, sino únicamente al rey de Israel". (I Reyes 22, 31)

  • Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, se dijeron: "Éste es el rey de Israel". Y fueron contra él y lo atacaron. Josafat entonces lanzó un grito. (I Reyes 22, 32)

  • Los jefes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel y dejaron de perseguirlo. (I Reyes 22, 33)

  • y él envió allá caballos, carros y un fuerte contingente de tropas. Llegaron de noche y cercaron la ciudad. (II Reyes 6, 14)

  • El criado del hombre de Dios se levantó de madrugada y, al salir, vio la tropa que sitiaba la ciudad con caballos y carros. El muchacho dijo a Eliseo: "¡Ay, señor mío!, ¿qué hacemos?". (II Reyes 6, 15)

  • Y Eliseo oró así: "Señor, ábrele los ojos para que vea". Y el Señor abrió los ojos del muchacho, el cual vio el monte repleto de caballos y carros de fuego, que rodeaban a Eliseo. (II Reyes 6, 17)

  • El Señor había hecho oír en el campamento de Siria un estrépito de carros de combate y de caballos, estrépito como de un poderoso ejército, y se habían dicho unos a otros: "El rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y a los reyes de Egipto para atacarnos". (II Reyes 7, 6)

  • Tomaron dos carros con los caballos, y el rey los mandó seguir al ejército de los sirios. (II Reyes 7, 14)

  • Jorán se abrió paso hasta Seír con todos sus carros. Los edomitas lo cercaron. Una noche él y sus capitanes de los carros de combate atacaron a los edomitas y los derrotaron, pero las tropas huyeron a la desbandada. (II Reyes 8, 21)

  • "Cuando os llegue esta carta, ya que tenéis con vosotros a los hijos de vuestro señor, y puesto que tenéis carros, caballos, una ciudad y armamento, (II Reyes 10, 2)

  • Por eso no dejó a Joacaz otra gente que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Siria los había destruido y reducido como el polvo de la trilla. (II Reyes 13, 7)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina