Talált 301 Eredmények: Cristo

  • Os pido sobre todo que viváis una vida digna del evangelio de Cristo para que, sea que vaya y lo vea, sea que ausente lo oiga, perseveréis firmes en un mismo espíritu, luchando con una sola alma por la fe del evangelio, (Filipenses 1, 27)

  • Pues vosotros tenéis el privilegio no sólo de creer en Cristo, sino también de padecer por él, (Filipenses 1, 29)

  • Si tenéis algún consuelo en Cristo, alguna muestra de amor; si estáis unidos en el mismo Espíritu; si tenéis entrañas de misericordia, (Filipenses 2, 1)

  • Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, (Filipenses 2, 5)

  • manteniendo firme la palabra de vida, de modo que pueda presumir en el día de Cristo de no haber corrido ni trabajado inútilmente. (Filipenses 2, 16)

  • que por la obra de Cristo estuvo a punto de morir poniendo en peligro su vida para proporcionarme en vuestra ausencia los servicios que vosotros no me podíais prestar. (Filipenses 2, 30)

  • La verdadera circuncisión somos nosotros, los que damos culto llevados del Espíritu de Dios y estamos orgullosos de Cristo Jesús, no poniendo nuestra confianza en algo humano, (Filipenses 3, 3)

  • Pero todo lo que tuve entonces por ventaja, lo juzgo ahora daño por Cristo; (Filipenses 3, 7)

  • más aún, todo lo tengo por pérdida ante el sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien he sacrificado todas las cosas, y las tengo por basura con tal de ganar a Cristo (Filipenses 3, 8)

  • y encontrarme en él; no en posesión de mi justicia, la que viene de la ley, sino de la que se obtiene por la fe en Cristo, la justicia de Dios, que se funda en la fe, (Filipenses 3, 9)

  • No quiero decir con esto que haya alcanzado ya la perfección, sino que corro tras ella con la pretensión de darle alcance, por cuanto yo mismo fui alcanzado por Cristo Jesús. (Filipenses 3, 12)

  • corro hacia la meta, hacia la vocación celeste de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3, 14)


“Um dia você verá surgir o infalível triunfo da justiça Divina sobre a injustiça humana”. São Padre Pio de Pietrelcina