Talált 97 Eredmények: Edón

  • Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos y los entregó a Cusán Risatayín, rey de Edón. Los israelitas estuvieron sometidos a Cusán Risatayín ocho años; (Jueces 3, 8)

  • El espíritu del Señor vino sobre él, fue juez de Israel y salió a combatir contra Cusán Risatayín, rey de Edón; el Señor se lo puso en sus manos y lo derrotó. (Jueces 3, 10)

  • Señor, cuando tú saliste de Seír, cuando avanzaste desde los campos de Edón, la tierra tembló, se turbó el cielo, las nubes se deshicieron en agua. (Jueces 5, 4)

  • Desde allí Israel envió mensajeros al rey de Edón, diciendo: Déjame pasar, por favor, por tu tierra. Pero el rey de Edón no les dejó pasar. Envió también mensajeros al rey de Moab, pero él tampoco le dejó pasar. Por eso se quedó en Cades. (Jueces 11, 17)

  • Después marchó por el desierto, rodeando la tierra de Edón y de Moab, y llegó al este de Moab. Acampó al otro lado del río Arnón, sin entrar en los términos de Moab, porque Arnón es la frontera de Moab. (Jueces 11, 18)

  • Una vez que Saúl tomó posesión del reino de Israel, hizo la guerra a todos sus enemigos de alrededor: Moab, los amonitas, Edón, el rey de Sobá y los filisteos. Y siempre salía victorioso. (I Samuel 14, 47)

  • Edón, Moab, los amonitas, los filisteos, Amalec y el botín de Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá. (II Samuel 8, 12)

  • Puso guarniciones en Edón, y los edomitas quedaron sometidos a David. El Señor daba la victoria a David por dondequiera que iba. (II Samuel 8, 14)

  • El rey Salomón construyó, además, una flota en Esyón Guéber, junto a Elat, en la costa del mar Rojo, en el territorio de Edón. (I Reyes 9, 26)

  • El Señor suscitó a Salomón un enemigo en Hadad, un idumeo de la estirpe real de Edón. (I Reyes 11, 14)

  • Cuando David derrotó a Edón, Joab, general del ejército, fue a enterrar a los muertos y degolló a todos los varones de Edón. (I Reyes 11, 15)

  • Joab con todo Israel permaneció allí seis meses hasta que exterminó a todos los varones de Edón. (I Reyes 11, 16)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina