Talált 25 Eredmények: Guézer

  • David hizo como Dios le había mandado y derrotó a los filisteos desde Gabaón hasta Guézer. (I Crónicas 14, 16)

  • Después de esto continuó la guerra en Guézer contra los filisteos. Fue entonces cuando Sibecay, el jusatita, mató a Sipay, un descendiente de los gigantes. Los filisteos quedaron sometidos. (I Crónicas 20, 4)

  • También fortificó las ciudades de Bet Sur y Guézer y la ciudadela, dejando en ellas soldados y depósitos de víveres. (I Macabeos 9, 52)

  • Por entonces Simón acampó frente a Guézer con su ejército. Construyó una torre móvil y la acercó a la ciudad; atacó una de las torres, y se apoderó de ella. (I Macabeos 13, 43)

  • Simón, viendo que Juan, su hijo, era ya un hombre, lo nombró capitán de todo el ejército, con residencia en Guézer. (I Macabeos 13, 53)

  • Liberó a muchos prisioneros, conquistó Guézer, Bet Sur y la ciudadela, desterrando toda impureza, y nadie hubo capaz de resistirle. (I Macabeos 14, 7)

  • Fortificó también a Jafa, junto al mar, y a Guézer, en los límites de Asdod, habitada antes por enemigos, y estableció allí colonos judíos, dotándolos de cuanto era necesario. (I Macabeos 14, 34)

  • Envió a Atenobio, uno de sus amigos, para conferenciar con él y decirle: "Habéis ocupado Jafa, Guézer y la ciudadela de Jerusalén, ciudades de mi reino. (I Macabeos 15, 28)

  • Jafa y Guézer, que reclamas, fueron causa de grandes males para nuestro pueblo y desolaban nuestro país, pero estamos dispuestos a darte trescientos cuarenta kilos de plata por ellas". (I Macabeos 15, 35)

  • Juan salió de Guézer para referir a Simón, su padre, todo lo que hacía Cendebeo. (I Macabeos 16, 1)

  • Mandó también emisarios a Guézer con la orden de matar a Juan. Solicitó por carta de los comandantes de las tropas judías que se unieran a él, prometiéndoles plata, oro y regalos. (I Macabeos 16, 19)

  • Pero hubo un hombre que corrió a Guézer a anunciar a Juan que su padre y sus hermanos habían sido matados y que habían mandado a alguien para matarlo también a él. (I Macabeos 16, 21)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina