Talált 99 Eredmények: Hermana

  • Sila, por su parte, parió a Tubalcaín, forjador de todo género de instrumentos de bronce y de hierro. Hermana de Tubalcaín fue Naamá. (Génesis 4, 22)

  • Por favor, di que eres mi hermana, para que se me trate bien gracias a ti, y en atención a ti respeten mi vida". (Génesis 12, 13)

  • ¿Por qué me dijiste que era tu hermana, dando lugar a que yo la tomase por mujer? Ahí tienes a tu mujer, tómala y vete". (Génesis 12, 19)

  • Abrahán decía que Sara, su mujer, era su hermana. Y Abimelec, rey de Guerar, mandó que le trajeran a Sara. (Génesis 20, 2)

  • ¿No me dijo él que era su hermana y ella que él era su hermano? Yo hice esto con buena conciencia y manos puras". (Génesis 20, 5)

  • Además, es verdad que ella también es mi hermana, hija de mi padre, pero no de mi madre, y ahora es mi mujer. (Génesis 20, 12)

  • Al ver el anillo y los brazaletes que llevaba su hermana y al oírla contar todo lo que aquel hombre le había dicho, fue hasta él, pues estaba todavía con los camellos junto a la fuente, (Génesis 24, 30)

  • Y ellos dejaron partir a su hermana Rebeca, a su nodriza, al criado de Abrahán y a sus hombres. (Génesis 24, 59)

  • Y bendijeron a Rebeca diciendo: "Tú eres nuestra hermana; ¡crece en millares de millares! ¡Que tu descendencia ocupe la puerta de sus enemigos!". (Génesis 24, 60)

  • el cual, a la edad de cuarenta años, se casó con Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Padán Arán, y hermana de Labán. (Génesis 25, 20)

  • Las gentes del lugar le preguntaban si Rebeca era su mujer, y él respondía que era su hermana, pues tenía miedo de decir que era su mujer; porque como Rebeca era muy bella, pensaba que aquellos hombres podían matarle. (Génesis 26, 7)

  • Entonces Abimelec mandó llamar a Isaac y le dijo: "Ésta es sin duda tu mujer. ¿Por qué dijiste que era tu hermana?". Isaac respondió: "Porque pensé que a lo mejor me matarían por causa de ella". (Génesis 26, 9)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina