Talált 127 Eredmények: Isaac

  • Isaac dijo a su padre: "¡Padre!". Él respondió: "¿Qué quieres, hijo mío?". Isaac dijo: "Llevamos el fuego y la leña; pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?". (Génesis 22, 7)

  • Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó un altar; preparó la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña. (Génesis 22, 9)

  • sino que irás a mi tierra, adonde están los míos, a tomar una mujer para mi hijo Isaac". (Génesis 24, 4)

  • La joven a quien yo diga: Baja tu cántaro para que beba yo, y que me responda: Bebe, y voy a dar también de beber a tus camellos, ésa será la que tú has destinado a tu siervo Isaac; en esto conoceré que has mostrado tu amistad con mi amo Abrahán". (Génesis 24, 14)

  • Isaac, mientras tanto, se había trasladado del pozo de Lajay-Roí y estaba viviendo en el Negueb. (Génesis 24, 62)

  • También Rebeca levantó los ojos y vio a Isaac. Bajó del camello (Génesis 24, 64)

  • El criado contó a Isaac todo lo que había hecho. (Génesis 24, 66)

  • Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de Sara, la tomó y fue su mujer. La amó, y se consoló de la muerte de su madre. (Génesis 24, 67)

  • Pero Abrahán dio todos sus bienes a Isaac. (Génesis 25, 5)

  • A los hijos de sus concubinas les hizo donaciones y, antes de morir, los envió lejos de Isaac, su hijo, hacia levante. (Génesis 25, 6)

  • Sus hijos, Isaac e Ismael, lo enterraron en la cueva de Macpela, en el campo de Efrón, hijo de Sojar, el hitita, enfrente de Mambré. (Génesis 25, 9)

  • Después de la muerte de Abrahán, Dios bendijo a Isaac, su hijo, que se quedó a vivir junto al pozo de Lajay-Roí. (Génesis 25, 11)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina