Talált 897 Eredmények: Jerusalén

  • Rasín, rey de Siria, y Pécaj, hijo de Romelía, rey de Israel, fueron a atacar a Jerusalén, y sitiaron a Acaz; pero no la pudieron tomar. (II Reyes 16, 5)

  • Tenía veinticinco años cuando subió al trono, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abi, y era hija de Zacarías. (II Reyes 18, 2)

  • El rey de Asiria mandó desde Laquis a un general en jefe, al jefe de los eunucos y al copero mayor, a Jerusalén, al rey Ezequías. Cuando llegaron a Jerusalén, se detuvieron junto al canal de la alberca superior, que está en el camino del campo del Batanero. (II Reyes 18, 17)

  • Y si me decís: Confiamos en el Señor, nuestro Dios, ¿no es aquel cuyas colinas y cuyos altares ha suprimido Ezequías, diciendo a Judá y a Jerusalén: Sólo debéis postraros ante este altar en Jerusalén? (II Reyes 18, 22)

  • ¿Qué Dios de estos países es el que ha librado su tierra de mi mano, para que el Señor libre a Jerusalén de mi poder?". (II Reyes 18, 35)

  • "Así debéis hablar a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios, en quien confías, diciéndote que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. (II Reyes 19, 10)

  • Ésta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra él: Te desprecia, se burla de ti la virgen hija de Sión, detrás de ti menea la cabeza la hija de Jerusalén. (II Reyes 19, 21)

  • porque de Jerusalén saldrá un resto y un grupo superviviente del monte de Sión. El celo del Señor todopoderoso hará esto. (II Reyes 19, 31)

  • Manasés tenía doce años cuando subió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco. Su madre se llamaba Jefsibá. (II Reyes 21, 1)

  • Construyó también altares en el templo del Señor, del que el Señor había dicho: "Pondré en Jerusalén mi nombre". (II Reyes 21, 4)

  • Y hasta puso la imagen de Aserá en el templo del Señor, del que el Señor había dicho a David y a Salomón, su hijo: "En este templo y en Jerusalén, elegida por mí entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre; (II Reyes 21, 7)

  • el Señor, Dios de Israel, dice lo siguiente: Voy a acarrear sobre Jerusalén y sobre Judá una desventura tal que zumbarán los oídos de todos los que la oigan. (II Reyes 21, 12)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina