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El primer día de la semana, al rayar el alba, volvieron al sepulcro llevando los aromas preparados. (Lucas 24, 1)
Jesús les puso esta semejanza, pero ellos no entendieron qué quería decir. (Juan 10, 6)
El primer día de la semana, al rayar el alba, antes de salir el sol, María Magdalena fue al sepulcro y vio la piedra quitada. (Juan 20, 1)
En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: "¡La paz esté con vosotros!". (Juan 20, 19)
Pues si nosotros somos linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad es semejante a oro o plata o piedra, escultura hecha por el arte y el ingenio del hombre. (Hechos 17, 29)
Zarpó de Éfeso, desembarcó en Cesarea, fue a saludar a la Iglesia y bajó a Antioquía. (Hechos 18, 22)
El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Pablo, que iba a partir al día siguiente, estuvo hablando con ellos hasta medianoche. (Hechos 20, 7)
Al dar vista a Chipre, que dejamos a babor, navegamos hacia Siria y desembarcamos en Tiro, porque el barco tenía que dejar allí la carga. (Hechos 21, 3)
Encontramos a los discípulos y estuvimos con ellos una semana. Ellos, movidos por el Espíritu, decían a Pablo que no fuera a Jerusalén. (Hechos 21, 4)
Pero, al pasar la semana, partimos. Nos acompañaron todos, con sus mujeres y niños, hasta fuera de la ciudad. Nos pusimos de rodillas en la playa, oramos, (Hechos 21, 5)
Cuando se decidió que embarcásemos para Italia, entregaron a Pablo y algunos otros presos a un oficial de la legión Augusta, llamado Julio. (Hechos 27, 1)
donde encontramos hermanos, que nos instaron a quedarnos con ellos una semana; desde allí nos dirigimos a Roma. (Hechos 28, 14)