Talált 218 Eredmények: acción de gracias

  • Librados por Dios de grandes peligros, le damos gracias de todo corazón porque lucha con nosotros contra el rey. (II Macabeos 1, 11)

  • Al tiempo que el sumo sacerdote ofrecía el sacrificio por el pecado, se presentaron de nuevo ante Heliodoro los mismos jóvenes, vestidos con las mismas vestiduras; se pusieron ante él y le dijeron: "Da muchas gracias a Onías, sumo sacerdote, pues por él el Señor te ha dejado con vida. (II Macabeos 3, 33)

  • Si estáis bien, junto con vuestros hijos, y se cumplen vuestros deseos, damos gracias a Dios, teniendo confianza en los cielos. (II Macabeos 9, 20)

  • Judas y sus hombres les dieron las gracias, encareciéndoles que fueran siempre benévolos con su pueblo; después se volvieron a Jerusalén, pues ya estaba cercana la fiesta de pentecostés. (II Macabeos 12, 31)

  • Hizo una colecta soldado por soldado y reunió hasta dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio por el pecado: acción elevada y noble, inspirada en el pensamiento de la resurrección. (II Macabeos 12, 43)

  • Al amanecer, todo había concluido gracias a la ayuda de Dios. (II Macabeos 13, 17)

  • Adquirir tesoros gracias a una lengua mentirosa es vanidad efímera de quien busca la muerte. (Proverbios 21, 6)

  • Me dije: Dios juzgará al justo y al criminal, porque hay un tiempo para cada cosa y para cada acción aquí. (Eclesiastés 3, 17)

  • Así fueron rectificados los caminos de la tierra, los hombres aprendieron aquello que te agrada y se salvaron gracias a la sabiduría. (Sabiduría 9, 18)

  • Para que se acordaran de tus palabras eran mordidos e inmediatamente curados, para que no cayesen así excluidos de tu acción benéfica. (Sabiduría 16, 11)

  • para que todos aprendieran que es necesario adelantarse al sol para darte gracias y acudir a ti al despuntar la aurora. (Sabiduría 16, 28)

  • porque no los maltrataban por los agravios recibidos, les daban gracias y les pedían perdón por su hostilidad. (Sabiduría 18, 2)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina