Talált 931 Eredmények: cuarenta años en el desierto

  • Los judíos le dijeron: "No tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?". (Juan 8, 57)

  • Por eso Jesús no andaba ya públicamente entre los judíos, sino que se fue a una región cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí se quedó con sus discípulos. (Juan 11, 54)

  • Después de su pasión se presentó a ellos, dándoles muchas pruebas evidentes de que estaba vivo: se apareció durante cuarenta días y les habló de las cosas del reino de Dios. (Hechos 1, 3)

  • Porque está escrito en el libro de los Salmos: Que su morada se convierta en un desierto y no haya quien habite en ella. Y: que ocupe otro su cargo. (Hechos 1, 20)

  • pues el hombre milagrosamente curado era de más de cuarenta años. (Hechos 4, 22)

  • Dios le declaró que su descendencia sería emigrante en tierra extranjera, y la esclavizarían y la maltratarían durante cuatrocientos años; (Hechos 7, 6)

  • Cuando cumplió cuarenta años, se propuso visitar a sus hermanos, los israelitas. (Hechos 7, 23)

  • Cuarenta años después, se le apareció en el desierto del monte Sinaí un ángel en la llama de una zarza ardiente. (Hechos 7, 30)

  • Él fue quien los sacó, obrando prodigios y milagros en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años. (Hechos 7, 36)

  • Él es el que, en la asamblea, en el desierto, estuvo con el ángel que les hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; el que escribió palabras de vida para transmitírnoslas; (Hechos 7, 38)

  • Dios, entonces, les volvió las espaldas y los entregó al culto de los astros, como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto durante cuarenta años, casa de Israel? (Hechos 7, 42)

  • Nuestros padres tenían en el desierto la tienda del testimonio, como ordenó aquel que dijo a Moisés que lo hiciera según el modelo que había visto. (Hechos 7, 44)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina