Talált 1142 Eredmények: lista de hombres de Betel y Ai

  • Pero estos hombres se avienen a vivir con nosotros, para formar un solo pueblo, con la condición de que todos nuestros varones se circunciden como lo están ellos. (Génesis 34, 22)

  • Jacob dijo a Simeón y Leví: "Me habéis puesto en gran aprieto, haciéndome odioso a los hombres de esta tierra, a los cananeos y a los fereceos. Yo cuento con pocos hombres; ellos se unirán, me vencerán y seré aniquilado yo con toda mi casa". (Génesis 34, 30)

  • Dios dijo a Jacob: "Levántate, vete a vivir a Betel y levanta allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de la presencia de tu hermano Esaú". (Génesis 35, 1)

  • Levantémonos y subamos a Betel. Allí levantaré yo un altar al Dios que me escuchó en el día de mi angustia y me ha asistido en mi viaje". (Génesis 35, 3)

  • Llegó Jacob a Luz, en tierra de Canaán, o sea a Betel, él y toda la gente que estaba con él. (Génesis 35, 6)

  • Levantó allí un altar y llamó al lugar Betel, porque allí se le había aparecido Dios cuando huía de su hermano. (Génesis 35, 7)

  • Débora, la nodriza de Rebeca, murió y fue enterrada pendiente abajo de Betel, bajo una encina, que fue llamada "la encina del llanto". (Génesis 35, 8)

  • Y llamó Betel al lugar donde Dios le había hablado. (Génesis 35, 15)

  • Partieron de Betel y, cuando quedaba un buen trecho de camino para llegar a Éfrata, Raquel se puso de parto, un parto muy penoso. (Génesis 35, 16)

  • Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, somos hombres de bien, tus siervos no son espías". (Génesis 42, 11)

  • si sois hombres sinceros, que uno de vosotros quede preso, y los demás partid y llevad el grano para remediar el hambre de vuestra familia. (Génesis 42, 19)

  • Pero a la vuelta traedme a vuestro hermano menor; así sabré que no sois espías, sino hombres de bien. Luego devolveré a vuestro hermano y podréis comerciar en este país". (Génesis 42, 34)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina