Talált 136 Eredmények: milagros de Tobías

  • Los apóstoles hacían muchos milagros y prodigios en el pueblo; todos se reunían en el pórtico de Salomón. (Hechos 5, 12)

  • Esteban, por su parte, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y milagros en el pueblo. (Hechos 6, 8)

  • Él fue quien los sacó, obrando prodigios y milagros en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años. (Hechos 7, 36)

  • La gente escuchaba con atención a Felipe, pues había oído hablar de los milagros que hacía y ahora los estaban viendo: (Hechos 8, 6)

  • El mismo Simón creyó y se bautizó; y ya no se apartaba de Felipe, viendo maravillado los prodigios y milagros insignes que hacía. (Hechos 8, 13)

  • Allí se quedaron bastante tiempo, hablando con valentía del Señor, que confirmaba su doctrina de gracia realizando por su medio prodigios y milagros. (Hechos 14, 3)

  • Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo, que contaban todos los prodigios y milagros que había hecho Dios entre los paganos por medio de ellos. (Hechos 15, 12)

  • Dios hacía milagros extraordinarios por medio de Pablo, (Hechos 19, 11)

  • con la fuerza de milagros y prodigios y con el poder del Espíritu Santo; de manera que desde Jerusalén en todas direcciones hasta Iliria he anunciado el evangelio de Cristo; (Romanos 15, 19)

  • Porque los judíos piden milagros, y los griegos buscan la sabiduría; (I Corintios 1, 22)

  • a otro el don de hacer milagros; a otro el decir profecías; a otro el saber distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero; a otro hablar lenguas extrañas, y a otros saber interpretarlas. (I Corintios 12, 10)

  • Y así Dios ha puesto en la Iglesia en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercero, a los maestros; luego, los que tienen el poder de hacer milagros; después, los que tienen el don de curar, de asistir a los necesitados, de gobernar, de hablar lenguas extrañas. (I Corintios 12, 28)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina