Talált 212 Eredmények: octava alianza

  • ¡Emboca la trompeta! Hay un águila sobre la casa del Señor, porque han violado mi alianza, han quebrantado mi ley. (Oseas 8, 1)

  • En cuanto a ti, por la sangre de la alianza hecha contigo, sacaré a tus presos de la fosa, en la que no hay agua. (Zacarías 9, 11)

  • Así sabréis que he sido yo el que os ha dirigido esta amonestación, para que mi alianza con Leví sea firme -dice el Señor todopoderoso-. (Malaquías 2, 4)

  • Pero vosotros os habéis apartado del camino, habéis servido de tropiezo a muchos en la ley y habéis quebrantado la alianza de Leví -dice el Señor todopoderoso-. (Malaquías 2, 8)

  • Yo enviaré mi mensajero a reparar el camino delante de mí; pronto vendrá a su templo el Señor, a quien vosotros buscáis; el ángel de la alianza, por quien tanto suspiráis, ya está para llegar -dice el Señor todopoderoso-. (Malaquías 3, 1)

  • porque ésta es mi sangre, la sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos para remisión de los pecados. (Mateo 26, 28)

  • Y les dijo: "Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada por todos. (Marcos 14, 24)

  • mostrándose compasivo con nuestros padres, recordando su santa alianza (Lucas 1, 72)

  • Y de la misma manera el cáliz, después de la cena, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros. (Lucas 22, 20)

  • Vosotros sois los hijos de los profetas y de la alianza que estableció Dios con vuestros padres cuando dijo a Abrahán: En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra. (Hechos 3, 25)

  • Y le dio la alianza de la circuncisión; por eso circuncidó a su hijo Isaac a los ocho días de nacer; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. (Hechos 7, 8)

  • son los israelitas, a los que Dios adoptó como hijos y a los que se apareció gloriosamente; de ellos es la alianza, la ley, el culto y las promesas; (Romanos 9, 4)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina