Talált 356 Eredmények: profeta Samuel

  • El ejército del rey de Babilonia estaba a la sazón asediando a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba detenido en el patio de la cárcel del palacio real de Judá, (Jeremías 32, 2)

  • El profeta Jeremías refirió todo esto a Sedecías, rey de Judá, en Jerusalén, (Jeremías 34, 6)

  • Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió, al dictado de Jeremías, todas las palabras que el Señor había dirigido al profeta. (Jeremías 36, 4)

  • Baruc, hijo de Nerías, ejecutó exactamente lo que le había ordenado el profeta Jeremías. Leyó en el templo las palabras del Señor contenidas en el libro. (Jeremías 36, 8)

  • Luego el rey ordenó al príncipe Yeragmeel, a Serayas, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, prender a Baruc, el secretario, y a Jeremías, el profeta. Pero el Señor los había escondido. (Jeremías 36, 26)

  • Después que el rey quemó el libro con las palabras escritas por Baruc al dictado de Jeremías, la palabra del Señor fue dirigida al profeta Jeremías en estos términos: (Jeremías 36, 27)

  • Pero ni él, ni sus servidores, ni el pueblo del país escucharon las palabras que el Señor pronunció por medio del profeta Jeremías. (Jeremías 37, 2)

  • El rey Sedecías mandó a Yucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, a decir al profeta Jeremías: "Ruega por nosotros al Señor, nuestro Dios". (Jeremías 37, 3)

  • Pero al llegar a la puerta de Benjamín, el guardia que estaba de turno, llamado Yirayas, hijo de Selemías, hijo de Ananías, arrestó al profeta Jeremías exclamando: "¡Tú te pasas a los caldeos!". (Jeremías 37, 13)

  • "Oh rey, mi señor, mal han procedido todos esos hombres en todo lo que han hecho al profeta Jeremías. Lo han echado en la cisterna, donde va a morir de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad". (Jeremías 38, 9)

  • El rey Sedecías mandó a buscar al profeta Jeremías a la tercera puerta del templo del Señor; el rey dijo a Jeremías: "Tengo que preguntarte una cosa, no me ocultes nada". (Jeremías 38, 14)

  • se presentaron al profeta Jeremías y le dijeron: "Acoge por favor nuestros ruegos y pide al Señor, tu Dios, por este pequeño resto que somos nosotros, ya que de tantos como éramos hemos quedado pocos, como estás viendo con tus propios ojos. (Jeremías 42, 2)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina