Talált 238 Eredmények: profeta

  • He aquí el texto de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén a los ancianos de la cautividad, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había deportado de Jerusalén a Babilonia, (Jeremías 29, 1)

  • El Señor te ha constituido sacerdote en lugar de Yehoyadá, para que ejerzas la inspección en el templo del Señor sobre todo aquel que se las dé de profeta y le metas en el cepo y en prisión. (Jeremías 29, 26)

  • ¿Por qué, pues, no has prohibido actuar a Jeremías de Anatot, que se hace pasar por profeta entre vosotros? (Jeremías 29, 27)

  • El sacerdote Sofonías había dado lectura de esta carta del profeta Jeremías. (Jeremías 29, 29)

  • El ejército del rey de Babilonia estaba a la sazón asediando a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba detenido en el patio de la cárcel del palacio real de Judá, (Jeremías 32, 2)

  • El profeta Jeremías refirió todo esto a Sedecías, rey de Judá, en Jerusalén, (Jeremías 34, 6)

  • Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió, al dictado de Jeremías, todas las palabras que el Señor había dirigido al profeta. (Jeremías 36, 4)

  • Baruc, hijo de Nerías, ejecutó exactamente lo que le había ordenado el profeta Jeremías. Leyó en el templo las palabras del Señor contenidas en el libro. (Jeremías 36, 8)

  • Luego el rey ordenó al príncipe Yeragmeel, a Serayas, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, prender a Baruc, el secretario, y a Jeremías, el profeta. Pero el Señor los había escondido. (Jeremías 36, 26)

  • Después que el rey quemó el libro con las palabras escritas por Baruc al dictado de Jeremías, la palabra del Señor fue dirigida al profeta Jeremías en estos términos: (Jeremías 36, 27)

  • Pero ni él, ni sus servidores, ni el pueblo del país escucharon las palabras que el Señor pronunció por medio del profeta Jeremías. (Jeremías 37, 2)

  • El rey Sedecías mandó a Yucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, a decir al profeta Jeremías: "Ruega por nosotros al Señor, nuestro Dios". (Jeremías 37, 3)


“A sua casa deve ser uma escada para o Céu”. São Padre Pio de Pietrelcina