Talált 481 Eredmények: sumo sacerdote

  • Porque de él se ha dado este testimonio: Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec. (Hebreos 7, 17)

  • éste lo fue con juramento por aquel que le dijo: El Señor lo ha jurado y no se vuelve atrás: tú eres sacerdote para siempre. (Hebreos 7, 21)

  • Tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado más alto que los cielos; (Hebreos 7, 26)

  • La ley, en efecto, constituye sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento posterior a la ley constituye sacerdote al Hijo, hecho perfecto para siempre. (Hebreos 7, 28)

  • El punto capital de lo que estamos diciendo es que tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la derecha del trono de la majestad en los cielos, (Hebreos 8, 1)

  • En efecto, todo sumo sacerdote es instituido para ofrecer dones y sacrificios; por lo cual es necesario que éste tenga también algo que ofrecer. (Hebreos 8, 3)

  • Por tanto, si estuviese sobre la tierra no sería sacerdote en modo alguno, porque ya hay encargados de ofrecer los dones según la ley. (Hebreos 8, 4)

  • En la segunda, por el contrario, entra solamente el sumo sacerdote una vez al año, y provisto de sangre, que ofrece por sus pecados y por los del pueblo. (Hebreos 9, 7)

  • Cristo, por el contrario, se presentó como sumo sacerdote de los bienes venideros, a través de un tabernáculo más santo y más perfecto, no hecho por mano de hombre, es decir, no de esta creación, (Hebreos 9, 11)

  • No para ofrecerse a sí mismo más veces, como lo hace el sumo sacerdote, que entra cada año en el santuario, con sangre ajena; (Hebreos 9, 25)

  • Y mientras todo sacerdote se presenta diariamente, oficiando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que no tienen poder alguno para quitar los pecados, (Hebreos 10, 11)

  • y puesto que tenemos un nuevo sumo sacerdote al frente de la casa de Dios, (Hebreos 10, 21)


“O medo excessivo nos faz agir sem amor, mas a confiança excessiva não nos deixa considerar o perigo que vamos enfrentar”. São Padre Pio de Pietrelcina