Talált 132 Eredmények: veinte
Acaz tenía veinte años cuando subió al trono, y reinó dieciséis años en Jerusalén. No hizo lo que es justo a los ojos del Señor, como su padre David, (II Crónicas 28, 1)
Pécaj, hijo de Romelía, mató en un solo día ciento veinte mil hombres de Judá, guerreros valerosos; todo porque habían abandonado al Señor, el Dios de sus padres. (II Crónicas 28, 6)
El registro de los sacerdotes estaba hecho por familias patriarcales; y el de los levitas mayores de veinte años, por sus funciones y sus clases; (II Crónicas 31, 17)
de Jarín, trescientos veinte; (Esdras 2, 32)
cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos. (Esdras 2, 67)
El mes segundo del año segundo de su llegada al templo de Dios en Jerusalén, Zorobabel, hijo de Sealtiel; Josué, hijo de Yosadac, con el resto de sus hermanos, sacerdotes y levitas, y todos los que habían vuelto del destierro a Jerusalén, pusieron manos a la obra y encargaron a los levitas de veinte años para arriba la dirección de los trabajos del templo del Señor. (Esdras 3, 8)
nos trajeron también a Jasabías y a su hermano Isaías, descendientes de Merarí, con sus hijos respectivos: veinte personas en total; (Esdras 8, 19)
y de los sirvientes del templo, a quienes David y los jefes habían destinado al servicio de los levitas, doscientos veinte. Todos éstos fueron registrados con sus nombres. (Esdras 8, 20)
veinte copas de oro, que pesaban ocho kilos, y dos vasos de hermoso cobre dorado, preciosos como el oro. (Esdras 8, 27)
A los tres días, se reunieron en Jerusalén todos los hombres de Judá y Benjamín. Era el día veinte del mes noveno. Todo el pueblo se situó en la plaza del templo de Dios, temblando por la gravedad del caso y porque llovía copiosamente. (Esdras 10, 9)
Palabras de Nehemías, hijo de Jacalías. En el mes de quisleu, el año veinte del rey Artajerjes, estando yo en la fortaleza de Susa, (Nehemías 1, 1)
En el mes de nisán, el año veinte del rey Artajerjes, siendo yo encargado del vino, lo tomé y se lo serví al rey. Anteriormente nunca había estado triste ante él. (Nehemías 2, 1)