Eclesiástico, 23

La Biblia de Jerusalén

1 Oh Señor, padre y dueño de mi vida, no me abandones al capricho de mis labios, no permitas que por ellos caiga.

2 ¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, y a mi corazón la disciplina de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni pasen por alto mis pecados?

3 No sea que mis yerros aumenten, y que abunden mis pecados, que caiga yo ante mis adversarios, y de mí se ría mi enemigo.

4 Señor, padre y Dios de mi vida, no me des altanería de ojos,

5 aparta de mí la pasión.

6 Que el apetito sensual y la lujuria no se apoderen de mí, no me entregues al deseo impúdico.

7 La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá en el lazo.

8 Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero, caen por ellos.

9 Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo.

10 Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre de golpes, así el que jura y toma el Nombre a todas horas no se verá limpio de pecado.

11 Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de su casa el látigo. Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su casa se llenará de adversidades.

12 Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la heredad de Jacob! Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados no se revuelcan.

13 A la baja grosería no habitúes tu boca, porque hay en ella palabra de pecado.

14 Acuérdate de tu padre y de tu madre, cuanto te sientes en medio de los grandes, no sea que te olvides ante ellos, como un necio te conduzcas, y llegues a desear no haber nacido y a maldecir el día de tu nacimiento.

15 El hombre habituado a palabras ultrajantes no se corregirá en toda su existencia.

16 Dos clases de gente multiplican los pecados, y la tercera atrae la ira:

17 El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase; para el hombre impúdico todo pan es dulce, no descansará hasta haber muerto.

18 El hombre que su propio lecho viola y que dice para sí: «¿Quién me ve?; la oscuridad me envuelve, las paredes me encubren, nadie me ve, ¿qué he de temer?; el Altísimo no se acordará de mis pecados»,

19 lo que teme son los ojos de los hombres; no sabe que los ojos del Señor son diez mil veces más brillantes que el sol, que observan todos los caminos de los hombres y penetran los rincones más ocultos.

20 Antes de ser creadas, todas las cosas le eran conocidas, y todavía lo son después de acabadas.

21 En las plazas de la ciudad será éste castigado, será apresado donde menos lo esperaba.

22 Así también la mujer que ha sido infiel a su marido y le ha dado de otro un heredero.

23 Primero, ha desobedecido a la ley del Altísimo, segundo, ha faltado a su marido, tercero, ha cometido adulterio y de otro hombre le ha dado hijos.

24 Esta será llevada a la asamblea, y sobre sus hijos se hará investigación.

25 Sus hijos no echarán raíces, sus ramas no darán frutos.

26 Dejará un recuerdo que será maldito, y su oprobio no se borrará.

27 Y reconocerán los que queden que nada vale más que el temor del Señor, nada más dulce que atender a los mandatos del Señor.




Versículos relacionados com Eclesiástico, 23:

Eclesiástico 23 trata principalmente de la importancia de controlar los deseos carnales y mantener la pureza sexual. El autor advierte sobre las desastrosas consecuencias del adulterio, la fornicación y la lujuria, y aconseja buscar sabiduría divina para evitar estos pecados. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Eclesiástico 23:

Proverbios 6:32: "Lo que adulta con una mujer es una falta de comprensión; el que lo hace destruye su propia alma". Este versículo destaca la tontería del adulterio y el daño que puede causar la persona que lo comete.

1 Corintios 6:18: "Me escapé de la fornicación. Todo el pecado que comete el hombre está fuera del cuerpo; pero qué fornic está pecando contra su propio cuerpo". El apóstol Pablo también enfatiza la importancia de mantenerse lejos de la inmoralidad sexual y señala que este pecado es especialmente perjudicial para el cuerpo.

Mateo 5:27-28: "Has oído que se le dijo a los antiguos, no cometerás adulterio. Pero te digo, lo que sea que mirara a una mujer con intención impura, en su corazón ha cometido adulterio con ella". Jesús enseña que la pureza sexual no se limita a acciones, sino también a pensamientos y deseos.

Colosenses 3:5: "Mortifique, por lo tanto, sus miembros, que están en la tierra: prostitución, impureza, apetito desordenado, vil lujuria y codicia, que es idolatría". El apóstol Pablo instruye a los cristianos a mortificar sus deseos carnales y buscar cosas desde arriba.

Hebreos 13:4: "Digno de honor entre todos es el matrimonio y la cama sin mácula; pero para aquellos que se dan a la prostitución, y a los adúlteros, Dios los juzgará". Este versículo destaca la santidad del matrimonio y la gravedad del pecado de la prostitución y el adulterio.



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