11. Las alas de los querubines se extendían por todo el largo, es decir, veinte codos. Cada ala tenía cinco codos; una tocaba la pared de la sala; la otra tocaba el ala del otro querubín.





“Reflita no que escreve, pois o Senhor vai lhe pedir contas disso.” São Padre Pio de Pietrelcina