10. Después se llevó prisioneros a toda la pequeña población que había en Mispá, y a las princesas reales que Nebuzardán, comandante de la guardia, había entregado al cuidado de Godolías, hijo de Ajigam. Y, de madrugada, se puso en marcha hacia el país de los amonitas.





“Que Nossa Mãe do Céu tenha piedade de nós e com um olhar maternal levante-nos, purifique-nos e eleve-nos a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina